En la encrucijada del tiempo, donde el destino se entrelaza con la incertidumbre, se despliega un instante efímero que nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la vida. “Nunca sabrás cuándo será la última vez que me verás, aprovecha el momento; dime lo que piensas, no guardes nada. Quizás para mañana sea tarde.” Estas palabras resuenan como un eco profundo,en cada uno de nosotros, recordándonos la importancia de expresar nuestros sentimientos y pensamientos sin reservas.
En este vaivén de momentos efímeros, cada encuentro puede ser la despedida final, y cada palabra no dicha se convierte en un peso en el alma. Es una llamada a la acción, a romper las barreras de la timidez, de nuestros miedos y compartir nuestras verdades más íntimas, más importantes. ¿Cuántas veces dejamos pasar la oportunidad de expresar gratitud, amor o perdón? La vida es un lienzo en blanco, efímero, y cada palabra no dicha es una pincelada perdida en el tiempo.
Aprovechemos el ahora para construir estrechar lazos, para decir lo que sentimos con valentía sin egoismos. La vulnerabilidad se transforma en fortaleza cuando nos atrevemos a abrir nuestros corazones. Así, en este momento presente, se forja un vínculo etéreo que trasciende las despedidas.
Cada interacción se convierte en un regalo, una oportunidad única de conexión. En la incertidumbre de lo que depara el mañana, la certeza reside en la importancia de vivir plenamente hoy. En este rincón temporal, se teje la historia de nuestra existencia, y cada palabra compartida es un hilo que une nuestras almas en el tapiz de la vida.
Nunca sabrás cuándo será la última vez que me verás. Aprovecha el momento, dime lo que piensas, no guardes nada. Quizás para mañana sea tarde.
© copyrigth | José Luis Vaquero.
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No te quedes con las ganas de decir o hacer algo,quizá mañana sea tarde o no sea igual.