La diferencia entre vivir sin abrazos y no morir por tenerlos.
Cuando entiendes qué cosas son importantes y que hay luchas que no valen la pena. Cuando te llenas con las cosas sencillas y disfrutas de los pequeños momentos, de esos pequeños detalles.
Cuando no quieres ganar a toda costa o no vives compensando el coste de la victoria. Aprendes a ver la diferencia entre vivir sin abrazos y no estar dispuesta a morir por tenerlos.
Comprendí que a eso se le llama madurar…
© copyrigth | Luisa Cervantes.
REFLEXIÓN:
Cuando comienzas a entender qué cosas realmente importan en la vida, te das cuenta de que no todas las luchas merecen ser libradas. A medida que creces y maduras, aprendes a valorar la simplicidad, encontrando una profunda satisfacción en los pequeños momentos y en esos detalles que, aunque pueden parecer insignificantes, enriquecen tu día a día.
Esta comprensión te lleva a cambiar tu perspectiva sobre la victoria de las propias disputas. Ya no se trata de ganar a toda costa, sino de encontrar un equilibrio que no comprometa tu bienestar ni tu paz interior. La verdadera victoria se convierte en aquella que no requiere sacrificar tu esencia ni tus valores.
La madurez te enseña a diferenciar entre las batallas que realmente importan y las que solo consumen tu energía sin aportar un verdadero beneficio.
Descubres que vivir sin ciertas cosas, como los abrazos constantes, no es tan doloroso como perder tu integridad o tu paz. Aceptas que no necesitas arriesgarlo todo para obtener algo que, al final, no definirá tu felicidad.
Esta reflexión nos invita a enfocarnos en lo esencial, a valorar la autenticidad y a priorizar nuestra paz interior sobre las expectativas externas.
Reflexión: © copyrigth | Jose Luis Vaquero.