Sé que no soy transparente, nadie lo es, pero soy real y te doy lo que puedo dar para no vaciarme, para seguir siendo yo y para que el día que me faltes no vaya a naufragar.
Lo sé, quizás no es suficiente o lo bastante, pero soy ardiente y estoy dispuesta a darme hasta donde tú seas capaz de dar.
No te quiero tener ni te quiero dejar, me gusta que estés ahí, me da esa seguridad que nunca tuve o que por el camino perdí.
Eres esa grieta en mi armadura que me quiero permitir, y aunque no aprendí a amar, te quiero como a nadie antes puedo recordar.
REFLEXIÓN:
El ser humano es un ser complejo, lleno de capas y matices que rara vez son completamente visibles para los demás. En esta declaración, reconozco mi propia opacidad, una característica compartida por todos, y para ofrecer una autenticidad honesta en mis interacciones.
La honestidad sobre las propias limitaciones y capacidades es un acto de valentía y de respeto hacia uno mismo y hacia la otra persona en la relación.
El miedo a naufragar en la ausencia del otro subraya la dependencia emocional que puede surgir en las relaciones profundas. Es un reconocimiento de la vulnerabilidad y de la necesidad de mantener un equilibrio entre dar y recibir.
La expresión “no te quiero tener ni te quiero dejar” sugiere una lucha interna entre la independencia y la dependencia, una danza delicada que muchas personas experimentan en sus relaciones afectivas.
La grieta en la armadura simboliza la voluntad de ser vulnerable y de permitir que alguien entre en el espacio personal más protegido. Es un acto de confianza y de aceptación de la imperfección.
Esta grieta, aunque pueda parecer una debilidad, es en realidad una fuente de fortaleza porque permite una conexión auténtica y profunda.
Finalmente, la declaración de querer sin haber aprendido a amar plenamente revela una lucha personal y un deseo de superar las propias limitaciones emocionales. Es una muestra de crecimiento y de apertura a nuevas experiencias, a pesar de las heridas y cicatrices del pasado.
En conjunto, el texto es un testimonio de la complejidad de las relaciones humanas, de la lucha por mantener la autenticidad y la vulnerabilidad al dejarse ver, y de la búsqueda constante de equilibrio entre el dar y el recibir, el amar y el ser amado.
Es una reflexión sobre la importancia de aceptar nuestras imperfecciones y de permitirnos ser vulnerables con esa necesidad quizas algo absurda pero real de querer confiar en los demás, como un medio para construir conexiones fuertes, profundas y duraderas.
© copyrigth | José Luis Vaquero.
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