Cuando sopesamos la entrada inesperada en la vida de alguien más. Es como si las casualidades del destino hubieran conspirado para que nuestras trayectorias se cruzaran en un momento que ninguno de los dos anticipaba.
La idea de llegar sin remover ni desbordar sugiere una presencia sutil pero significativa, con la única intención de ser permitido en la vida del otro, y no solo observarlo desde lejos. Esta necesidad de trascender la superficie y sumergirme en la esencia del ser demuestra un anhelo profundo de autenticidad y conexión genuina.
Al descubrir tu ternura y la belleza de tu alma, experimenté una transformación interna. Aprendí a encajar en ti, a comprender tus matices y a encontrar un lugar en tu mundo. Este proceso no fue solo una adaptación superficial, sino un compromiso más profundo de comprender y valorar lo que eres.
La decisión de no querer partir nunca más resuena con un deseo de permanencia y estabilidad en esta conexión especial. Surge una sensación de arraigo, como si hubiera encontrado un hogar en tu presencia. Es un compromiso de continuar explorando la vida juntos, compartiendo experiencias, emociones y momentos, sin la intención de alejarme.
En estas palabras, veo la belleza de las conexiones auténticas, el poder de descubrir y ser descubierto. Es un verdadero recordatorio de la importancia de arriesbarnos a entrar en la vida de los demás, dejando que nos vean tal como somos, y estar dispuestos a encontrar un lugar donde encajemos de manera significativa.
En todas mis relaciones busco agradar sin agobiar,una manera de llevarme bien sin excederme ni querer pasarme de entrometida, aunque me gusta saber de las personas para saber cómo tratarlas