La vida es como una melodía en constante evolución. Cada día nos brinda un nuevo compás y nos da la oportunidad de elegir el ritmo y tono que queremos interpretar, aquel que mejor se ajuste a nuestra mente o a nuestro propio corazón.
En este concierto que llamamos vida, a veces nos encontramos con días que se asemejan a una suave balada, donde cada nota cae con delicadeza y nos invita a reflexionar en el silencio dentro de nuestras cabezas. En esos momentos, podemos optar por añadirle un toque de jazz, con su cadencia relajada y su improvisación, o quizás una sonata clásica, con su estructura ordenada y elegante.
A veces en otros días, nos sumergimos en jornadas llenas de vitalidad y energía, como una canción de rock enérgica que nos hace mover el cuerpo, la mente y sentir la emoción vibrar en cada acorde. En esos momentos, podemos decidir agregarle un poco de funk, con su ritmo contagioso y su alegría desbordante, o quizás una salsa picante, con sus pasos de baile y su ritmo apasionado.
Y cuando llegan esos momentos de celebración y camaradería, como una vibrante sinfonía coral, es entonces cuando entendemos que somos los directores de nuestra propia orquesta. Tomamos la batuta y dirigimos la melodía, fusionando los estilos y los instrumentos con maestría. Puede ser un bolero romántico, con sus acordes melancólicos y suaves arpegios, o quizás un hip-hop lleno de letras que cuentan nuestras historias y nuestras luchas completas.
Así que, en este eterno concierto que es la vida, recuerda siempre que eres el compositor y el intérprete de tu propia sinfonía. Elige los acordes con sabiduría, añade los matices con pasión y deja que tu voz resuene con fuerza en esta hermosa melodía que es la vida.
© copyright | José Luis Vaquero.
Me encanta ésta forma tuya de describir la vida,cada momento de tu existencia tiene una banda sonora.