«El Huésped Permanente»
Tú y yo compartimos esta casa de huesos, viejo amigo desde hace demasiado tiempo.
A veces me susurras poemas al amanecer; otras, repites como un disco rayado todos mis errores con lujo de detalles.
No puedo desalojarte – llevamos demasiado tiempo compartiendo el mismo oxígeno.
Te odio cuando me desvelas en medio de la noche con preguntas incómodas, cuando me torturas durante el dia, pero el día que callas te echo de menos y, enciendo la televisión a todo volumen para llenar tu ausencia.
A veces me duele mirarte y para no escucharte me forzaste a contratar a escapistas profesionale… las adicciones…
Al trabajo para ahogarte en reuniones interminables, al alcohol para convertirte en murmullo borroso, al sexo casual para que confundieras amor con química corporal y otros mas fuertes que prefiero no nombrar…
Soy como esos presos que cavan túneles hacia la libertad y terminan emergiendo en el patio de la misma prisión. Cada vicio promete silenciarte, pero solo te disfraza de juez cada vez más cruel.
Hay noches en que te abrazo como a un niño asustado. Juntos reconstruimos los puentes que mi ansiedad derriba de día.
La mente ese matrimonio forzoso donde viven victima y verdugo…
Pero al amanecer, cuando me muestras sin filtros en el espejo, vuelvo a buscar refugio en mis “seguidores” emocionales.
Y me enfrasco en una paradoja estúpida: gasto fortunas en terapias para aprender a escucharte, pero sigo comprando auriculares de lujo para no hacerlo.
El verdadero vicio no está en la sustancia, en las emociones mal asociadas, sino en el miedo a mirarte a la cara y reflejarme en tus ojos – esos que guardan todas las versiones de mí que he abandonado por el camino.
Cada cigarrillo, cada copa, cada like compulsivo es un ladrillo más en el muro que construyo entre nosotros.
Pero… No son los vicios los que impiden mi crecimiento. Eres tú, fiel fiscal de mi conciencia, a quien realmente temo enfrentar.
Porque en tu mirada no hay castigo, solo la verdad desnuda que duele más que cualquier resaca.
Este divorcio imposible se resolverá el día que deje de correr y acepte que tú – voz incansable, eco de mis sombras – eres el único amor que no me abandonará jamás.
El que, incluso en mis peores noches, sigue cantando canciones de cuna a las ruinas desde mi alejaiento, desde mi elegida soledad.
©Jose Luis Vaquero.
http://wish-club.ru/forums/index.php?autocom=gallery&req=si&img=5514
https://hrv-club.ru/forums/index.php?autocom=gallery&req=si&img=7125
https://hrv-club.ru/forums/index.php?autocom=gallery&req=si&img=7119