«El último suspiro del invierno»
La guerra no siempre se mide en trofeos. A veces, la única conquista es seguir respirando cuando las emociones huelen a pólvora mojada y los sueños se han vuelto ceniza. Él lo sabía bien.
Cada mañana, al despertar, comprobaba que su corazón aún latía entre las costillas, como un pájaro enjaulado que olvidó cómo cantar.
«Estar vivo no es lo mismo que vivir», susurraba, mientras las cicatrices de su piel—mapas de batallas perdidas—le recordaban que algunas derrotas son demasiado íntimas para exhibirlas.
Los demás celebraban victorias con banderas y discursos. Él, en cambio, coleccionaba silencios.
Cada uno, un fragmento de lo que pudo ser y nunca fue.
«Sobrevivir es ganar cuando has perdido hasta las ganas de luchar», pensaba, mientras el frío del invierno se aferraba a sus huesos, negándose a partir, como un amante tóxico que promete irse pero siempre vuelve.
Y así, entre contradicciones—vencer sin triunfar, sanar sin olvidar—se convirtió en un fantasma de carne, atado a un mundo que ya no le dolía, pero al que sentía que tampoco pertenecía.
Porque hay guerras que no terminan; solo se cansan, y dejan al sobreviviente habitando ese territorio ambiguo entre la luz y la sombra: ni héroe ni vencido. Simplemente… ahí.
©Jose Luis Vaquero.
Interesting read! Do you have any tips for beginners on this?