Cuando te dije que no, mi intención no fue hacerte daño. Era mi forma de decirte te pareces demasiado a mí. Puedo reconocer en ti, que eres otra alma rota.
La realidad es que las personas que viven un tipo de experiencia determinado, de forma muy intensa, sentida, se quedan preparadas en la vida para ver ese tipo de comportamiento en los demás.
Es como una lección de vida que se queda impresa en nosotros para bien o para mal, por eso somos capaces de reconocer comportamientos y de algún modo es la forma que tiene nuestro cerebro de recordar para sumarlo o recházalos casi de forma automatizada.
Somos la suma de las experiencias por las que nos toca pasar. Algunas deberíamos de reciclar pues hay que reconocer que aun y con la experiencia vivida todo puede cambiar cuando cambia la persona emisora.
Vaciar nuestras mochilas de vez en cuando, resetearnos, eliminar la carpeta de la basura, hará que también de algún modo lo que hemos vivido negativo no lo transportemos a nuestras próximas relaciones.
© copyright | José Luis Vaquero
Nunca le he hecho daño a nadie intencionadamente…
Sé lo que duele porque me lo hicieron a mi…
He tenido que decir que no porque no estaba preparada para amar y no quería jugar con los sentimientos de nadie