Los cambios son como las verdades ocultas: el que no las veamos no quiere decir que no estén presentes en nosotros.
REFLEXIÓN
La vida es un espacio que está en constante transformación. Muchas veces, nos cuesta aceptar los cambios que se producen en nuestro entorno o en nosotros mismos, ya que la tendencia natural del ser humano es aferrarse a la estabilidad. Sin embargo, el hecho de no percibir o aceptar un cambio no significa que no esté ocurriendo.
Al igual que las verdades ocultas que yacen debajo de la superficie, los cambios son sutiles, a menudo invisibles a simple vista.
Puede que en nuestra cotidianidad no notemos cómo una decisión, una experiencia o incluso el paso del tiempo va moldeando nuestra personalidad, nuestras emociones o nuestras circunstancias. Sin embargo, esos cambios están presentes, aunque no queremos enfrentarlos.
En realidad, resistirnos al cambio es resistirnos a una parte natural y fundamental de nuestra evolución. Así como el invierno se transforma en primavera, nuestras vidas atraviesan ciclos de renovación, algunos más suaves y otros más abruptos. La clave está en la aceptación de estos cambios, incluso aque puedan suceder con normalidad
Reflexionar sobre el cambio nos invita a mirar hacia adentro, a preguntarnos qué verdades estamos ignorando o qué aspectos de nuestra vida están esperando ser descubiertos.
Puede resultar incómodo, pero muchas veces es el primer paso para el crecimiento personal. Al igual que las verdades ocultas que tarde o temprano salen a la luz, los cambios que no vemos se manifiestan en nuevas oportunidades, aprendizajes y en una versión más auténtica de nosotros nismos.
© copyrigth: Jose Luis Vaquero
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