A veces la vida te enseña que no todas las conexiones duran para siempre…
RELATO CORTO:
A veces, la vida te enseña que no todas las conexiones duran para siempre. Era una frase que Clara repetía en su mente como un mantra, tratando de encontrarle sentido a la abrupta despedida de Marcos.
Habían sido inseparables desde la infancia. Juntos habían construido castillos de arena, compartido secretos, soñado con el futuro.
Y es que… La idea de un mundo sin Marcos era impensable. Pero la vida, con su cruel ironía, los había separado.
Marcos se había ido a estudiar al otro lado del país, prometiendo que nada cambiaría. Al principio, los mensajes eran diarios, llenos de cariño y nostalgia.
Pero poco a poco, la frecuencia disminuyó, las llamadas se volvieron más cortas y las respuestas, más distantes.
Clara intentó aferrarse a esos primeros años de amistad, a la promesa de un futuro juntos. Pero la realidad era implacable.
Pero… Marcos había cambiado, y ella con él. Sus intereses se habían separado, sus prioridades eran distintas.
Una noche, mientras miraba las estrellas, Clara sintió una profunda tristeza. Se dio cuenta de que su amistad, tan fuerte y duradera, había llegado a su fin. Y aunque doliera admitirlo, era necesario dejar ir.
El tiempo que todo lo aclara y pone cada cosa en su lugar, Clara comprendió que las personas cambian, que las conexiones evolucionan y que a veces, lo mejor es aceptar que algunas cosas simplemente no están destinadas a durar para siempre.
Y… Aprendió que la vida es como un jardín, donde algunas flores florecen y otras se marchitan. Y que está bien dejar que las cosas sigan su curso natural.
A pesar del daño, Clara se sentía más fuerte. Había superado una pérdida importante y había aprendido una valiosa lección: que el crecimiento personal a veces implica decir adiós a las personas y a las cosas que amamos.
Y que aunque las despedidas y las perdidas sean dolorosas, también pueden ser el comienzo de nuevos capítulos, de nuevos comienzos.
©Jose Luis Vaquero