La realidad es que cuando estamos asomados, frente al abismo, quizás demasiado enfocados en nosotros mismos tanto que, es difícil saber qué y quién importa de verdad.
Asomarse a él es un buen ejercicio, pues te obliga a pensar, a deshacerte de lo que nos hace mal y a la vez enfrentarte a tus propios miedos. Te obliga a reconocer lo que haces o te hace mal, lo que haces o te hace bien.
No le tengas miedo, siempre sales reforzado cuando miras al abismo.
© copyrigth | Sebastian Alonso Ojeda