Quizás fue pedirle demasiado que se quedara una eternidad a mi lado.… En la penumbra de mis pensamientos, se agita un torbellino de emociones que amenaza con consumirme. Pedirle que se quedara a mi lado para siempre fue como rogarle a la tormenta que se detuviera en su furia, una súplica desesperada que se desvanecía en el viento.
La pasión que ardía en mis entrañas se mezclaba con el dolor punzante de la desilusión. Sentía cada fibra de mi ser desgarrarse cuando comprendí que su amor no era eterno, que sus promesas se desvanecían como sombras en la noche.
El deseo de tenerlo cerca, de sentir su piel contra la mía, se mezclaba con la amarga realidad de su partida. Mis manos buscaban aferrarse a algo que ya no estaba, mis labios anhelaban sus besos que ahora eran solo recuerdos fugaces.
En medio de la pasión desbordante y el dolor abrumador, la desilusión se apoderaba de mi alma. Había confiado ciegamente en un amor que resultó efímero, en un sueño que se desvaneció al despertar.
Ahora me encuentro perdido en un mar de emociones encontradas, luchando contra la pasión que aún arde en mi pecho y el dolor que me consume por dentro. Quizás fue pedirle demasiado que se quedara a mi lado, pero en ese momento, era todo lo que ansiaba.
© copyright | José Luis Vaquero.