No tengas prisas
por olvidar.
Casi sin darte cuenta
el tiempo se encargará
de ello…
A menudo, en los momentos más difíciles de nuestra vida, sentimos una urgente necesidad de olvidar el dolor, de dejar atrás las heridas y los recuerdos que nos atormentan. Sin embargo, la prisa por olvidar puede convertirse en una trampa, impidiendo que sanemos verdaderamente.
Es importante reconocer que el proceso de olvidar no puede ser forzado. La mente y el corazón tienen su propio ritmo para procesar las experiencias, y apresurarlos solo prolonga el sufrimiento.
En lugar de luchar contra los recuerdos dolorosos, debemos permitirnos sentir, reflexionar y aprender de ellos. Solo así, podemos integrarlos en nuestra historia de vida y seguir adelante con mayor sabiduría y fortaleza.
El tiempo es un sanador silencioso y efectivo. Casi sin darte cuenta, día a día, los recuerdos dolorosos pierden su intensidad. Aquello que hoy parece insuperable, con el tiempo se convierte en una lección aprendida, en una etapa superada.
La clave está en vivir cada momento, permitirse sentir cada emoción y confiar en que el tiempo, con su sabiduría infinita, se encargará de aligerar la carga de los recuerdos.
Por eso, no tengas prisa por olvidar. Confía en el proceso natural de la vida y permite que el tiempo haga su trabajo. Mientras tanto, cuídate, rodéate de personas que te apoyen y encuentra actividades que te llenen de alegría y propósito.
Con el tiempo, verás que el dolor se desvanece y en su lugar queda una paz renovada y una fortaleza interior que te permitirá enfrentar el futuro con esperanza.
© copyright | José Luis Vaquero.