El Refugio… La dulce sensualidad de un hotel barato
En la modestia de un hotel barato, donde el lujo se rendía ante la intensidad de lo nuestro, como tantas veces nos encontrábamos. Sin ataduras al pasado, sin marcas en la piel, solo tú y yo. Tu piel, mi refugio; mis brazos, tu amparo.
Las sábanas ásperas rozaban la piel con una caricia inesperada, un contrapunto áspero a la suavidad de sus labios. La luz tenue de la lámpara de noche bañaba la habitación en un tono dorado, creando una atmósfera íntima y acogedora. El aroma a lavanda del jabón barato se mezclaba con el perfume de su piel, creando una fragancia única e inolvidable.
La Pasión… Ámame hasta que no pueda gritar más
Como en un ritual sagrado, el uno al otro nos desnudábamos el alma. Besos que encendían destellos púrpuras, trazos de fuego endulzados, dibujaban nuestra pasión, nuestra rendición a tenernos, al amor. La cama se convertía en un mero adorno, mientras la alfombra era nuestro lecho, escenario de un desenfreno sin límites, el escenario perfecto.
El calor de nusestros cuerpos se fundian en uno solo, sus manos explorando cada centímetro de piel con una avidez devoradora. Sus gemidos se mezclaban con la música lejana que provenía de la calle, creando una sinfonía de pasión y deseo.
El Tiempo… No digas nada Solo toma tu tiempo
Se detubo el relog… Las horas se desplomaban, se perdían entre gemidos que resonaban en la habitación. Nos fundíamos en uno, bebiendo del néctar de la entrega, sin tapujos ni fronteras. Los deseos se desataban en un torrente de pasión, recorriendo cada centímetro de nuestros cuerpos paso a paso verso a verso como si se tratara de una procesión.
El tiempo se detenía mientras nos perdiamos en el laberinto de nuestros cuerpos, explorando cada curva, cada secreto, cada rincón de placer. Sus jadeos y suspiros eran la única banda sonora de una danza sensual que los transportaba a un mundo de éxtasis, a otros universos de catarsis completos.
Lo Eterno… como cada instante puede ser eterno
En la penumbra, sus ojos brillaban con una intensidad ardiente, reflejando la llama que ardía en su interior. Cada beso era una promesa, cada caricia una súplica, cada movimiento una entrega total al desenfreno, al deseo eterno.
Al final, tu eternidad se posaba entre mis manos, mientras yo me convertía en su lienzo, tu obra de arte, tu van Gogh. Un cuarto de hotel barato un paraíso, un universo alternativo donde refugiarnos cada vez que queremos.
Creado por: Jose Luis Vaquero.
El hotel más barato es un lujo si está él,no necesito más que sus manos y su boca para volverme loca antes del momento cumbre,ese en el que ya los jadeos son roncos de tanta pasión acumulada,los gemidos de placer dan sonido al ambiente y nos rompemos en un clímax mientras nos miramos a los ojos brillantes por el fuego del deseo que no se acaba.