En el crepúsculo de un amor que una vez brilló con toda su intensidad, Ana y Martín se encontraron una vez más en el parque donde tantas veces paseaban juntos. El día era cálido, y al caminar, las hojas crujían bajo sus pies, como si la naturaleza misma sintiera la tensión en el aire. Martín miró a Ana un poco desolado y con ojos tristes, sabiendo que la verdad debía salir a la luz aunque fuera dura.
__Ana, necesito ser honesto contigo, comenzó Martín, su voz cargada de pesar parecía no querer salir. __No te puedo querer como tú mereces. Hay algo más en mi corazón, algo que no puedo ignorar.
Ana, con el corazón latiendo a mil y aguantando la respiración, esperó a que Martín continuara. Él explicó que, a pesar de tantos momentos felices compartidos, su alma estaba atormentada por otra ilusión.
__No quiero lastimarte sin intención, pero no sería justo seguir adelante si no puedo darte lo que necesitas.
Las lágrimas brillaron en los ojos de Ana, con la cabeza agachada, pero asintió con una resignada comprensión.
__Aprecio tu honestidad, Martín. Es difícil, pero creo que es lo correcto. ¿Hay algo más que necesitas decir?
Martín, con la mirada perdida en el horizonte, compartió más sobre sus sentimientos encontrados. Ana, aunque dolida, admiraba la valentía de Martín al enfrentar la verdad.
__Creo que es hora de dejar espacio para ambos y reflexionar sobre lo que necesitamos, concluyó él.
Al despedirse en ese parque que ahora se antojaba lleno de recuerdos melancólicos, Martín suspiró y pronunció las palabras que resonarían en el silencio de la despedida casi como una sentencia:
__No te puedo querer como tú quieres, y no te voy a mentir. Tengo metido en el alma otro querer, y no quiero hacerte daño sin querer.
Ana asintió, aunque no pudo ocultar la decepción en sus ojos, aguantando como pudo sus lágrimas comentó:
__Aprecio tu franqueza, Martín. En un momento así sé que es difícil, pero creo que es importante que ambos seamos honestos el uno con el otro, para causarnos el mínimo dolor.
Después de unos minutos de silencio, sentados uno frente al otro con las manos entrelazadas, el momento cambió, se tornó sereno, ambos sumidos en sus propios pensamientos. Ana tomó la iniciativa para hablar sobre sus propios sentimientos:
__También debo ser honesta contigo. Siento que merezco alguien que pueda comprometerse plenamente conmigo, alguien que esté dispuesto a dar lo mismo que yo doy. No trato de hacerte daño, pero creo que es mejor para ambos ser realistas sobre nuestras expectativas personales y es mejor dividir.
Martín asintió, agradeciendo la comprensión de Ana.
__Estoy de acuerdo, Ana. Tal vez es hora de reflexionar sobre lo que ambos necesitamos y cómo podemos seguir adelante de la mejor manera posible, sabiendo que lo que tuvimos no tenemos por qué olvidarlo.
En medio de la sinceridad compartida, Ana y Martín se embarcaron en una conversación abierta sobre sus expectativas y deseos, buscando una resolución que respetara sus emociones y los caminos que decidieran tomar porque si de algo estaban seguros es que lo que el amor habia cedido el paso a la amistad.
Y, entre las sombras de lo que alguna vez fue un amor apasionado, Ana y Martín caminaron por separado, llevando consigo el peso de la honestidad y la comprensión de que a veces, el amor necesita espacio para transformarse en otra cosa, regenerarse o volver a comenzar en otro lugar.
© copyright | José Luis Vaquero
Cuando las cosas no van bien,la comunicación es la base de todo,hablar sobre lo que ocurre entre los dos y llegar a un entendimiento.
Seguir cada uno por separado,o darse tiempo para volverlo a intentar.