Me olvide de ti y camine de noche en la soledad de las calles vacias pateando la ciudad como si fuera mia…
En ciertos momentos, el olvido se convierte en un acto de libertad. Esa noche, bajo el manto estrellado, me sumergí en una caminata solitaria por las calles desiertas, sintiendo la necesidad de reclamar la ciudad como propia. Dejé atrás los recuerdos que alguna vez ataron mi corazón, adentrándome en la oscuridad con la determinación de redescubrirme.
Olvidar no siempre significa abandonar por completo, sino liberar el peso emocional que cargamos a diario. Así, caminar por las calles desiertas se convirtió en un acto de desapego, liberando el alma de las cadenas que la anclaban a un pasado que ya no servía.
Bajo el parpadeo de las farolas distantes, encontré complicidad en la noche para escapar de mi sin hacermo reproches. La soledad de las calles se transformó en un refugio para explorar los rincones más profundos de mis pensamientos, lejos de miradas curiosas y distracciones de otros elementos. Cada paso resonaba como una afirmación silenciosa de mi soberanía, como si la ciudad respondiera con un eco de aceptación y melancolía sintiendose mía.
Recorrer la ciudad con la firme determinación de que era mía simbolizaba más que un acto físico; era una declaración de independencia emocional y sesapego. En cada callejón, dejaba atrás las sombras del pasado, marcando el inicio de un nuevo capítulo sin apegos antes marcados. La ciudad se convertía en un lienzo en blanco, listo para ser llenado con las experiencias que eligiera como propias.
Aunque el olvido lleva consigo una dosis de melancolía, el trayecto nocturno se transformó en un verdadero ritual de renovación personal. La oscuridad, en lugar de recordarme lo perdido que me encontraba, se convirtió en un cómplice que guardaba mis secretos más profundos. En la quietud de la noche, hallé la compañía más valiosa: la mía.
Esta experiencia me enseñó que la verdadera libertad emergen en los momentos más difíciles de ese encuentro con uno mismo, sin máscaras ni ambiciones. La noche, las calles desiertas me dio la calama que necesitava para volver a creer en mí y de nuevo ser yo.
© José Luis Vaquero
Ahora al leer este post completo,creo que es lo que he hecho yo…
No he abandonado,he olvidado casi del todo lo que me hacía daño emocionalmente ( hay días que se te agolpan los recuerdos).
Practiqué el desapego para liberarme de las cadenas que me ataban a personas y lugares que me hacían mal.