Pasa el tiempo, vuela, vuela… ¿Qué te pasa, viejo loco? ¿Por qué sonríes? le pregunté… Tú lo has dicho, amigo tiempo.
Este loco descubrió que le dio importancia a lo que no la tenía, que confundió la brisa con un terremoto. Y… Dejé que mi continente se partiera en islas por no entender que las palabras son difíciles de interpretar cuando no son tuyas y dejan de serlo cuando las has pronunciado.
Ahora sé dónde me equivoqué al intentar entender y explicar por qué quiero irme. Pero nunca me pregunté las razones para quedarme.
Pasa el tiempo, vuela, vuela… Y da igual cuánto tiempo pase, nunca encontrarás la verdad con las preguntas equivocadas. Esa fue su acertada respuesta.
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