Ella es así, aprendió a soñar y ya no le hacen falta alas para volar.
Fué como un despertar, como haber estado dormido, abrir los ojos, ver y sentir la profundidad del mar, sentir el viento y saber que puedes respirar sin miedo, sin temor, disfrutando de cada momento solo porque sí, sin necesidad de ningún tipo de control.
Como estar bajo el agua y salir a la superficie y liberarse de esa sensación de no poder respirar. Y pasó que no tuvo que volver a mirar atrás, ni para saber ni para volverse a impulsar.
Le encontró sentido al camino y al propio caminar, y sin saber su destino ni cuál podría ser su final, siguió en busca de lo que tuviera que llegar. No esperó, cogió su mochila, sus emociones y caminó sin miedo como nunca lo había hecho.
Ella es así, aprendió a soñar y ya no necesita alas para volar.
© copyrigth | José Luis Vaquero.