A veces, el mundo parece una ventana abierta a un universo de maldad, donde se llenan millones de jaulas para condenarnos a nuestros defectos de fábrica.
Solo se permite salir ocasionalmente para mirar, quedando condenados de por vida a los barrotes del trabajo y lo condicional.
No te dejan respirar, vives sumido en un mundo de rutinas eternas, hastiado en su rueda de la cual no te puedes bajar.
Enjaulados en un mundo acostumbrado a la barbarie, las guerras y condenados a la mendicidad.
Al final, tengo la impresión de que terminarán cobrándonos hasta por respirar.
Creado por: Jose Luis Vaquero.