Ella comprendió que quedarse a veces era ir demasiado lejos.
A través de sus experiencias, aprendió que aferrarse a situaciones o personas que no le beneficiaban solo prolongaba su sufrimiento. Aprender a soltar, a desapegarse de lo que ya no le servía, pasó de ser un acto de amor propio al siguiente nivel: liberación.
En ese proceso, descubrió que su valía no dependía de cuánto tiempo permaneciera en un lugar o con alguien, sino de su capacidad para reconocer cuándo era momento de partir y seguir sin mirar atras.
Y supo que tenía que cambiar, porque darse solo a veces era ir demasiado lejos con su vida.
Creado por: Jose Luis Vaquero