«Las Cadenas Invisibles de las Emociones»
Nuestras emociones son fuerzas invisibles que, aunque no las veamos, gobiernan de algún modo cada uno de nuestros pasos y nuestras decisiones.
A veces, creemos que somos dueños de nuestras decisiones, que actuamos con plena conciencia, pero en realidad son las emociones las que nos empujande alguna manera hacia caminos que nunca hubiéramos elegido racionalmente.
Son ellas las que nos arrastran a situaciones dantescas, escenarios que parecen sacados de un sueño febril, imposibles de imaginar cuando no estamos inmersos en ellos.
Las palabras, sin embargo, son las que dan vida a estas emociones. Son como llaves que abren o cierran celdas, liberando sentimientos que yacen ocultos en lo más profundo de nuestro ser la mayor parte de las veces ignorados por nosotros mismos.
Una palabra mal elegida puede desatar una tormenta de ira, mientras que otra, pronunciada con cuidado, puede calmar el mar embravecido de la tristeza.
Por eso, es importante ser conscientes del poder que estas proyectan. Cada vez que hablamos, cada vez que respondemos, estamos manejando un arma de doble filo.
Imagina un momento fuerte en tu vida: una discusión con alguien que amas, donde te la juegas, una decisión laboral que puede cambiar tu futuro, o incluso una conversación contigo mismo en la quietud de la noche.
En esos instantes, las emociones están al acecho, listas para tomar el control. Si no las gobiernas, si no las mantienes atadas con las cadenas de la razón, pueden llevarte a lugares oscuros, a situaciones que nunca quisiste vivir.
Pero no todo está perdido. La conciencia es tu mejor aliada. Cuando sientas que las emociones comienzan a brotar, detente. Respira.
Piensa en las palabras que vas a usar, porque ellas serán las que determinen si liberas un monstruo o si mantienes la paz. Recuerda: las emociones no son malas en sí mismas, pero sin control, pueden convertirse en fuerzas destructivas.
Gobierna tus emociones. Tenlo siempre presente, especialmente en esos momentos en los que una sola palabra puede cambiar todo.
Porque en el fondo, somos lo que sentimos, pero también somos lo que decidimos hacer con esos sentimientos. Y en esa decisión, radica nuestra verdadera libertad y nuestra mayor fuerza.
©Jose Luis Vaquero