» Nadie te Dijo que Podría Pasar»
Lucia se reclinó en el sofá, sosteniendo su copa de vino con una mano mientras miraba a Andrés, quien estaba sentado frente a ella, apoyado en el brazo del sillón.
La música suave de fondo creaba un ambiente íntimo, perfecto para una conversación que iba más allá de lo superficial.
—¿Sabes, Andrés? —comenzó Lucía, con un tono reflexivo—.
A veces pienso que la vida es como entrar en una habitación sin aviso.
Un día estás ahí, tranquilo, y al siguiente te das cuenta de que estás en medio de un desorden que no esperabas. Y lo peor es que nadie te dijo que esto podía pasar.
Andrés dio un sorbo a su copa y asintió lentamente, como si las palabras de Lucía resonaran en él.
—Sí, es como si de repente te enfrentaras a cosas que nunca imaginaste que tendrías que vivir. Miedos que ni siquiera sabías que existían dentro de ti. Y hay días en los que todo parece… oscuro. Como si no hubiera salida, ¿no?
Lucía miró hacia la ventana, donde la noche se extendía más allá de los cristales.
—Exacto. Hay momentos en los que sientes que tu mente es como una habitación sin ventanas. No entra luz, no hay aire… solo pesadez.
Pero, aun así, sigues adelante. No sé cómo, pero lo haces. Te caes, te levantas, y no hay nadie mirando, nadie aplaudiendo. Es como una batalla silenciosa.
Andrés se inclinó un poco hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas.
—Pero, ¿sabes qué? —dijo, con una sonrisa leve—.
Aunque no todo sea luz, incluso en la oscuridad hay algo que sigue creciendo. Como esas raíces que se abren paso en la tierra, incluso cuando no las ves.
La vida… siempre encuentra la manera de resistir.
Lucía lo miró, y por un momento, sus ojos reflejaron algo más que la luz tenue de la lámpara.
—Es verdad —susurró—. A veces olvidamos que, incluso en los momentos más difíciles, hay algo dentro de nosotros que no se rinde. Algo que sigue ahí, esperando el momento para brotar.
Andrés alzó su copa en un gesto de brindis, y Lucía hizo lo mismo.
—Por esas raíces, entonces —dijo él, con un tono más ligero, pero sin perder la profundidad de la conversación.
—Por las raíces —repitió Lucía, sonriendo mientras sus copas se encontraron en el aire, como un pequeño homenaje a la resistencia silenciosa que ambos llevaban dentro.
©Jose Luis Vaquero