Decidí marcharme sin la valentía de confesarle lo que sentía. Sí, temí perderme en el amor, en la entrega total al otro y dejar de ser enteramente mia.
En silencio partí, dejando atrás mi deseo de quedarme a su lado, de compartir cada instante juntos, de respirar su aroma, del calor de sus labios. En mis manos sostenía un “te amo” no pronunciado, guardando mis sentimientos, para no descubrirme, para no expresarlos.
No pude revelarle que también me había rendido a su encanto, a su sonrisa, al tono de su voz. Me guardé para mí la inquietud que me provocaba su presencia cuando lo sentía cada día a mi lado.
Y me quedé pensando… para mi, sin pronunciar palabra…
En el amargo silencio de un adiós cobarde,
Se ahoga un amor que jamás podré confesarte
el temor a la entrega mezquino y cobarde
a rendirme amar, a la rendición total
silenica un “te amo” que me quema, me arde.
En el eco de tu ausencia micorazón se desangra
con una herida profunda que no puedo taparla
y en mis hojos las lagrimas brotan como una lluvia amarga
que ahogan mi garganta hasta no poder pronunciar palabra
y el silencio del olvido se cierne sobre mi, lo percibo.
Creado por: José Luis Vaquero.