Quizás no lo vas a entender… Pero… Es mi dolor, me pertenece, quizás un sueño roto convertido en pesadilla, pero es mío y yo decido qué hago con él.
Llorando hasta agotar mis lágrimas, sumido en la melancolía del recuerdo, caminar sin rumbo fijo, sin meta, al azar.
Si me apetece ahogar mis tristezas en champán o simplemente me siento en una piedra a la orilla del mar, mirando a la nada en esa huida de mi mundo donde me siento naufragar cada vez que te echo de menos, ahora que no estás y sé que no volverás jamás.
Pero… entiende que… Es mi dolor, mi derecho hacer con él como me venga en gana, sin tener que explicar más.
REFLEXIÓN:
Es una introspección sobre la naturaleza del dolor emocional, personal y la autonomía en cómo enfrentarlo.
La propiedad del dolor: Quizás no lo vas a entender es mi dolor.
Se establece firmemente la propiedad porque el dolor es suyo, lo que implica una aceptación y una asunción de responsabilidad sobre sus propias emociones. Es una fuerte afirmación porque reconoce que, aunque el dolor puede haber sido causado por factores externos, la forma en que se maneja y se procesa es una decisión personal.
El duelo y la melancolía
Las diversas formas en que elige enfrentar su dolor—llorar, escribir poemas tristes, caminar sin rumbo, o simplemente sentarse y contemplar el mar—son todas válidas y muestran la complejidad del duelo. Cada acción refleja una etapa del proceso de duelo y una manera de encontrar consuelo en medio de la tormenta emocional.
La libertad de expresión emocional
La declaración de que el puede hacer lo que desee con su dolor sin tener que explicar nada a nadie es un reclamo de autonomía emocional. En una sociedad donde a menudo se espera que las personas «superen» su dolor rápidamente o lo oculten, esta afirmación es un recordatorio importante de que cada persona tiene derecho a su proceso de sanación sin juicio ni presión externa.
El poder de la nostalgia y el recuerdo
La melancolía del recuerdo y la admisión de que extraña a alguien que no volverá jamás muestran la profundidad de la pérdida y el impacto duradero que tiene en la vida. Este reconocimiento de la permanencia de la ausencia y la lucha continua con la realidad de esa pérdida es un reflejo honesto de la experiencia humana.
La metáfora del naufragio
Sentirse naufragar cada vez que se echa de menos a alguien sugiere una pérdida de control y un estado de vulnerabilidad. Sin embargo, también hay una aceptación implícita de esta vulnerabilidad como parte del proceso de duelo y sanación.
La resiliencia a través de la autodecisión
El texto transmite una forma de resiliencia que no se basa en «superar» el dolor de manera rápida o eficiente, sino en vivir con él y permitirse sentirlo plenamente. La decisión consciente de cómo manejar el dolor, ya sea a través de la tristeza, la melancolía o la contemplación, es una forma de mantener la calma personal en medio de la adversidad.
Resumen: Quizás no lo vas a entender pero es mi dolor…
Es un testimonio de la complejidad del duelo y la importancia de la autonomía emocional. Nos recuerda que el dolor es una experiencia profundamente personal y que cada individuo tiene derecho a enfrentar sus emociones de la manera que mejor le parezca, sin tener que justificarse ante los demás.
© copyrigth: Jose Luis Vaquero.