Y… el tiempo le dijo al reloj: no controles más mis horas mi tiempo no te pertenece.
Y… el reloj le dijo al tiempo: tú eres quien no existes solo sucedes.
REFLEXIÓN:
En la vastedad del universo, el tiempo y el reloj entablaron una conversación eterna.
El tiempo, un ser intangible, le recordó al reloj que no podía aprisionarlo en sus diminutas manecillas.
El reloj, símbolo de orden y medida, respondió con calma: «Tú, tiempo, no eres más que el fluir constante de sucesos. Yo, en cambio, doy forma y ritmo a tu eternidad.»
Y así, en su danza infinita, el tiempo y el reloj continuaron su diálogo cósmico, cada uno cumpliendo su papel en el tejido del universo en una tertulia que continua hasta nuestro tiempo en nuestro día a día.
© copyright | José Luis Vaquero







