«Detrás de cada paso, hay una historia, un sueño, una esperanza.»
RELATO CORTO: El rostro de la anciana
En la esquina de la plaza, una anciana tejía una bufanda. Sus manos, arrugadas por el tiempo, se movían con una agilidad sorprendente. Sus ojos, de un azul intenso, parecían mirar más allá del bullicio de la calle.
Un niño, atraído por la belleza de los colores de la lana, se acercó a ella. Con timidez, pero con dosis de curiosidad gigante y le preguntó: “¿Qué estás haciendo, señora?”.
La anciana sonrió, revelando arrugas profundas alrededor de los ojos, en su frente, en su cara… “Estoy tejiendo un sueño”, respondió.
El niño frunció el ceño, un tanto confundido. “¿Un sueño? ¿Cómo se teje un sueño?”
La anciana dejó de tejer y miró al niño a los ojos. “Cada puntada es un paso en el camino, un recuerdo, una esperanza, un deseo a veces cumplido otras veces esquivo y perdido en el tiempo.
En esta bufanda llevo tejidos los momentos más felices de mi vida, los sueños que tuve cuando era joven y los miedos que he superado a veces solo con el paso del tiempo. Y cada color representa una emoción diferente”.
El niño se quedó pensando en las palabras de la anciana. Se dio cuenta de que detrás de esa cara amable y llena de arrugas, había una vida entera de millones de pasos, llena de experiencias, de alegrías y de tristezas.
A partir de ese día, el niño comenzó a observar a las personas con otros ojos. Se dio cuenta de que cada rostro era como una puerta que daba acceso a un mundo interior lleno de historias, de sueños, de miedos y de esperanzas.
Y comprendió que… Detrás de cada paso, de cada cara hay una historia, un sueño, un miedo y una esperanza.
©Jose Luis Vaquero