El inicio de un nuevo enfoque
Cada diciembre, la misma lista de propósitos…
Dormir mejor. Querer menos. No volver a escribirle a quien ya no respondía.
Propósitos muy serios, para alguien que después desayunaba excusas con café.
Hasta que un diciembre decidió escribir, en su lugar, una lista de perdones.
No porque se hubiera vuelto mejor persona, sino porque estaba cansada de mejorar sin testigos.
El primer nombre en la lista
La primera línea era su propio nombre.
Lo escribió con la letra de cuando era niña, esa que reservaba para las cosas importantes.
Al principio le pareció exagerado. Luego recordó todo lo que se había cobrado a sí misma sin recibo ni garantía; deudas que solo ella recordaba, con intereses que crecían en silencio.
Los perdones específicos
Se perdonó no haber sabido irse antes… aunque también no haberse quedado cuando tocaba.
Ambas le parecieron igual de imperdonables, así que las dejó convivir en la misma frase, sin orden.
Se perdonó las veces que dijo «estoy bien» mientras apretaba los puños bajo la mesa.
Y también las veces que estuvo realmente bien… y aun así se sintió culpable por no estar peor.
Apuntó que se perdonaba por haber querido demasiado.
Y, en la línea siguiente, por no haber querido nada cuando era lo más sensato.
No tachó ninguna. La vida, pensó, no viene con clave de respuestas.
El descubrimiento… tregua, no perfección
La lista creció sin prometerle nada a cambio.
Eso le gustó: no exigía disciplina, ni constancia, ni una versión mejorada de sí misma.
Solo una especie de tregua.
Se dio cuenta de que los propósitos siempre miran al futuro como si fuera un lugar más organizado.
El perdón, en cambio, se escribe mirando al pasado… pero sin ganas de discutir.
El resultado… suficiente como comienzo
No solucionó su vida.
Ni cerró ciclos.
Ni se iluminó.
Pero durmió un poco mejor esa noche.
Tal vez porque, por primera vez, no intentó convertirse en alguien distinta.
Solo dejó de perseguirse.
Y eso, aunque no figuraba en ninguna lista, le pareció un comienzo suficiente.
©Jose Luis Vaquero.







